La teoría de la mente es la capacidad de atribuir estados mentales (pensamientos, deseos, creencias, intenciones, etc.) a otras personas. Solo si entendemos los estados mentales de otras personas podemos interpretar correctamente lo que alguien dijo, comprender el significado de su comportamiento y predecir lo que esa persona hará a continuación. Una de las pruebas clásicas para examinar la teoría de la mente es la tarea de la falsa creencia (Baron-Cohen y otros., 1985). La imagen muestra a dos niñas, Sally y Anne. Sally mete la pelota en la canasta y sale. Anne mueve la pelota de la canasta a la caja. La pregunta es dónde buscará Sally la pelota cuando regrese. Para dar la respuesta correcta de que Sally buscará la pelota en la canasta, debemos entender que no pudo ver que la pelota se había movido y, por lo tanto, cree que todavía está en su lugar original. Baron-Cohen y otros. , (1985) encuentran que los niños de cuatro años de desarrollo típico resuelven con éxito el problema de la falsa creencia, mientras que los niños con autismo no logran resolverlo. Después de esta investigación inicial, se probó la teoría de la mente en diferentes poblaciones, y se crearon varias pruebas para evaluar diferentes aspectos de esta habilidad.
Figura 1
Prueba de falsas creencias de Sally-Anne
En personas de desarrollo típico, la capacidad de la teoría de la mente se adquiere de forma espontánea, mientras que los niños con autismo tienen grandes dificultades para comprender numerosos estados mentales. Muchos comportamientos atípicos de las personas con autismo, especialmente en el dominio de la comunicación social, pueden explicarse por el déficit de la teoría de la mente. Howlin y otros. (2002) citan las siguientes consecuencias de la teoría deficitaria de la mente:
1. Insensibilidad a los sentimientos de otras personas (por ejemplo, un empleado con autismo comenta la apariencia de sus colegas sin darse cuenta de que puede ofenderlos)
2. Incapacidad para tener en cuenta lo que saben otras personas (por ejemplo, una persona con autismo que ha notado un mal funcionamiento en un dispositivo no se da cuenta de que el empleador puede no estar al tanto de este hecho)
3. Incapacidad para negociar amistades leyendo y respondiendo a intenciones (por ejemplo, un empleado con autismo no responde a un saludo)
4. Incapacidad para leer el nivel de interés del oyente en su discurso (por ejemplo, sucede que a una persona con autismo le fascinan ciertos temas de los que sabe mucho y puede hablar de ellos durante mucho tiempo, sin darse cuenta de que otras personas pueden no estar interesado en ese tema)
5. Incapacidad para detectar el significado intencionado de un hablante (por ejemplo, al comentario irónico de un instructor de trabajo que debería detener o romper una máquina una persona con autismo realmente podría hacerlo).
6. Incapacidad para anticipar lo que otros pueden pensar de la acción de uno (por ejemplo, un empleado con autismo se acerca demasiado a sus colegas durante una conversación, los toca o toma sus pertenencias sin evaluar cómo podrían reaccionar los demás)
7. Incapacidad para comprender los malentendidos (por ejemplo, una persona con autismo no entiende que el comportamiento de otras personas a veces está motivado por cierta confusión y malentendidos)
8. Incapacidad para engañar o entender el engaño (por ejemplo, un empleado con autismo no entiende que alguien lo está explotando o engañando)
9. Incapacidad para entender la razón detrás de las acciones de las personas (por ejemplo, una persona con autismo no entiende por qué dos colegas que se han peleado no quieren trabajar juntos)
10. Incapacidad para comprender reglas o convenciones no escritas (por ejemplo, una persona con autismo no sabe cuándo y cómo desear un feliz cumpleaños, expresar condolencias, desear suerte, etc.).
Los instructores de trabajo, los empleadores y los colegas que obtengan información básica sobre la teoría de la mente de las personas con autismo se inclinarán a atribuir las formas atípicas de comportamiento de los trabajadores con autismo a su incomprensión de los estados mentales de otras personas, y no a la mala educación o malicia.
Hipótesis de disfunción ejecutiva
Aunque no existe una definición única de funciones ejecutivas, este término se usa comúnmente para denotar una amplia gama de funciones cognitivas de alto nivel, como la planificación, la flexibilidad cognitiva, el control inhibitorio, la memoria de trabajo, etc. Numerosos estudios muestran que los niños y adultos con autismo tienen funciones ejecutivas menos desarrolladas en comparación con sujetos neurotípicos de edad y habilidades intelectuales similares. La participación en el mundo de los adultos implica la capacidad de controlar las reacciones emocionales, la planificación cuidadosa y la ejecución de tareas, dirigir la atención al contexto en el que se lleva a cabo una determinada actividad, etc. (Kim et al., 2021).
La falta de funciones ejecutivas en el ambiente de trabajo puede manifestarse a través de:
1. Dificultades para que el empleado con autismo planifique sus actividades y el tiempo necesario para realizarlas, seguir el plan establecido y corregir errores
2. resistencia al cambio, dificultades para pasar de una tarea a otra o adoptar nuevas reglas de trabajo impuestas por las circunstancias actuales, aunque puedan ser totalmente contrarias a las normas vigentes hasta entonces
3. Problemas para recordar la solicitud, el orden exacto de las actividades y la ubicación de un elemento significativo
4. incapacidad para ignorar información que no es relevante para el desempeño de las actividades laborales o para interrumpir su propia actividad que no conduce a los resultados esperados.
5. La tendencia de los empleados con autismo a realizar actividades repetitivas de la misma manera
6. dificultades para desconectar la atención, "separar" la atención del objeto de interés a los eventos en el entorno de trabajo en los que otros colegas están interesados
7. Inflexibilidad en la organización del trabajo y dificultades para aceptar cambios en la duración de las horas de trabajo, la dinámica del uso de las vacaciones, etc.
Por lo tanto, el déficit de funciones ejecutivas puede explicar tanto las características sociales como no sociales del autismo. Los intereses estrechos y limitados, las actividades repetitivas, las perseverancias en el habla y el comportamiento pueden estar relacionados con la falta de flexibilidad cognitiva. Al mismo tiempo, el comportamiento social apropiado se basa en la capacidad de recordar información importante, inhibir acciones inapropiadas, flexibilidad y la capacidad de monitorear, actualizar y seleccionar respuestas socialmente apropiadas (Leung y otros., 2016).
Los individuos neurotípicos tienden a extraer ciertos significados de una variedad de estímulos, ignorando aspectos irrelevantes del entorno. La débil coherencia central, que caracteriza a las personas con autismo, indica su preferencia por procesar los detalles, mientras que descuida el conjunto, lo que resulta en su incapacidad para ver el bosque desde el árbol. Las personas con poca coherencia central tienen grandes dificultades para integrar la información que reciben de diferentes fuentes y no pueden ver el panorama general. A veces es difícil determinar claramente si ciertas dificultades en la realización de tareas laborales pueden estar relacionadas con una falta de coherencia central o un déficit de funciones ejecutivas. Sin embargo, las siguientes dificultades parecen indicar, al menos en parte, una coherencia central débil:
1. Centrarse en los detalles mientras se realizan tareas de trabajo mientras se ignoran otros factores importantes como la eficiencia del tiempo y el cumplimiento de los objetivos globales
2. La necesidad de instrucciones adicionales sobre cómo debe ser el producto final
3. Incapacidad para determinar prioridades en el desempeño de la actividad laboral
4. Dificultades multitarea e incapacidad para hacer frente a solicitudes repentinas o estímulos inesperados
5. Comportamiento impulsivo, basado en una pequeña cantidad de información.
Ninguna de estas hipótesis puede explicar completamente la complejidad del comportamiento de las personas con autismo, ni la variabilidad del espectro autista. Se están realizando grandes esfuerzos de investigación para establecer vínculos complejos entre la teoría de la mente, las funciones ejecutivas y la coherencia central, no solo en personas con autismo, sino también en sujetos con otros trastornos, así como en sujetos neurotípicos.